26 mayo 2008

Don Xabier | mi mesa cojea


DON XABIER

"Los presos de ETA no son delincuentes porque no matan para enriquecerse, ni para beneficiarse personalmente, sino por un ideal político."
Xabier Arzalluz (Octubre, 1994)
Ésta, niños y niñas, es la historia de un pobre hombre.

Don Xabier era un viejo cascarrabias ya desde su primera juventud. Don Xabier sabía que un pueblo no podía conquistar su liberación sin víctimas de por medio. Sabía que la libertad de unos pasaba por el sacrificio de otros.

Pero don Xabier tenía un problema: era un cobarde. Le aterraban las pistolas. Le asustaba la visión de la sangre, aunque sabía que su derramamiento era necesario.

Por eso, por cobarde, don Xabier se puso la piel de cordero. Y medró. Cuando una nuez caía del árbol, él la recogía, si bien nunca azuzó el nogal. Ése era el trabajo de otros. De los valientes.

En cierta ocasión, don Xabier pactó con un diablo que, como él, medraba con piel de cordero. Pero pasados los primeros cuatro años, el diablo se desveló como tal, y don Xabier se descubrió estafado. Engañado por su misma treta. Hundido.

Y se fue.

Pero es justo concedérselo: don Xabier, aunque cobarde, siempre fue educado, y siempre elogió el valor de aquellos que se manchaban de sangre. Eran sus amigos. Los hijos de sus amigos.

Don Xabier tiene hoy 76 años, y sigue con sus manos limpias de sangre. Pronto morirá, y pronto alguien extraerá de su cadáver litros y litros de RH negativo. Pura sangre vasca que se irá por el desagüe para alimentar a ratas que carecen de nacionalidad.

Y don Xabier tendrá que colocase ante Dios, y Dios le mirará y quizá le diga: “No es éste tu lugar.” Y don Xabier quizá tenga que recoger su petate e instalarse por toda la eternidad en el Infierno de los Cobardes.

Con sus amigos. Y los hijos de sus amigos.
Por Jose A. Pérez


Apostillo: "Menudo hijo de la gran puta".



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